viernes, 17 de septiembre de 2010

CELEBRANDO CON DON CLAUDIO

Bicentenario. Chile está de fiesta, y los aromas patrióticos flotan en el aire, mientras los valientes hemos declarado la guerra contra la carne que hace ocupación de nuestras parrillas, en heroica alianza con garrafas de vino y “cachos” de chicha. Todos tenemos presentes a los 33 mineros que celebran el Bicentenario bajo tierra y a los innumerables que siguen reconstruyendo día a día, anónimos, lo que el terremoto arruinó. Ellos dan muestra de la que quizá sea nuestra mejor virtud: la perseverancia contra el infortunio. Esa terca persistencia que para Gabriela Mistral era la propia definición del país. “Chile, una voluntad de ser”, me dicen que ella dijo. Ella, poetisa en tierra de poetas, pero también tierra de grandes músicos como Arrau, el incomparable don Claudio de Chillán. Así que les dejaré una interpretación de este coloso tan lleno de sencillez. Siempre repiten que fue uno de los grandes intérpretes de Beethoven. Yo discuerdo y creo, con ánimo herético, que en Beethoven hay varios otros que merecen esos mismos laureles. En cambio, nadie tocó como Arrau la música de Liszt y Chopin.

Así pues, para incluirlos en la fiesta a Uds., queridos amigos que vienen a este fogón, les dejo una de mis obras favoritas de Chopin, la Barcarola en Fa♯, reviviendo en manos del Maestro:


2 comentarios:

Mari dijo...

Gracias por llevarnos de fiesta Joaquin!
Cosas buenas a dado esa tierra tristemente de actualidad con todos esos sucesos
Yo te dejo "Les jeux d'eau à la Villa d'Este" por el mismo D.Claudio:
http://www.youtube.com/watch?v=2DoGOGS3lC8&feature=related
un brindis por ese Pais por su fuerza,y su perseverancia,y por toda su gente ,anónima o no, que hace esa "voluntad de ser" que decia Gabriela Mistral

q u i n o ƒ ƒ dijo...

Gracias por el obsequio Mari! La sensación acuática que desprende la interpretación de Arrau es extraordinaria, los matices de las escalas y trinos tan bien graduados, la belleza de la pulsación, del timbre, en fin. Me di el trabajo de comparar con otras versiones... y no hay nada que comparar. Es, abusando de la redundancia, incomparable. Lo que comienza a sonar más o menos en el minuto 3:42, por ejemplo, me deja flotando.
Un brindis por ti también, querida Mari!

 
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