viernes, 19 de julio de 2013

Chaikovsky y Bernstein [bonus 1812]

Viejas balas de cañón

Abundando en las interpretaciones de la «OBERTURA 1812» les comparto hoy un ejemplo de cómo rescatar una obra encasillada en lo “bullicioso” y devolverla a su categoría de gran música. Cierto que su propio autor, Chaikovsky, nunca la tuvo muy en cuenta; cierto que la escribió por encargo, no para dar cauce a movimientos de la propia inspiración; cierto incluso que es premeditamente efectista, generadora de entusiasmos heroicos con ánimos de celebración. Pero aun así delata al genio que la concibió.

Como les contaba en una entrada anterior, esta Obertura fue planificada para un tremebundo aparato escénico: cañones, ingente masa orquestal, campanas al vuelo... pero el destino quiso otra cosa. Fue estrenada bajo condiciones normales de concierto (orquesta estándar) en 1882, al interior de la Catedral de Cristo Salvador en Moscú. Se sabe que el compositor buscó en Berlín la posibilidad de ofrecer la obertura con aquella dimensión espectacular, pero sin resultado. Volvería a dirigir su partitura ante el público de una sala de conciertos cruzando el Atlántico, en la noche inaugural del histórico Carnegie Hall de Nueva York, el 5 de Mayo de 1891, cosechando éxito rotundo.

carátulaJustamente la Filarmónica de Nueva York dirigida por su maestro más celebrado, Leonard Bernstein, nos ofrece tres piezas orquestales salidas de la pluma del genial compositor ruso.

Bernstein fue toda una institución en la vida musical norteamericana y uno de los nombres ineludibles de la dirección orquestal durante el siglo pasado. Su energía arrolladora se regodeaba particularmente en las páginas del período romántico, tardorromántico y las escuelas nacionales nacidas al alero del mismo período. La música de Chaikovsky le ofreció un marco soñado para volcar su apasionamiento expresivo y su pasmosa elocuencia artística.

LennyEl presente registro inicia con una estupenda interpretación de la Obertura 1812 siguiendo la partitura sin añadiduras especiales, como probablemente sonara el 5 de mayo de 1891 en el Carnegie Hall bajo la batuta del compositor. El coral inicial queda entregado a las cuerdas bajas, las explosiones a la percusión. Pero la orquesta... ¡qué bien suena! Ahí se entenderá mejor lo dicho al principio de esta entrada: es una obra devuelta a su condición netamente musical. Bernstein y los músicos neoyorquinos hacen relucir los indudables valores artísticos de esta sonora pieza, e incluso la «manipulación emocional» cultivada por el añorado director, encendiendo fuegos donde parecía no haberlos, beneficia a Chaikovsky. Es posible advertir el convencimiento de los intérpretes por la jerarquía de la música en la cual se han sumergido.

El “menú” se completa con dos páginas igualmente brillantes: la Marcha Eslava y la Obertura-Fantasía «Romeo y Julieta». En ambas —quizá más en la segunda— se disfruta el acierto de Lenny cuando carga las tintas, buscando amplificar el impacto de un músico y un repertorio que le hablaban directamente al corazón. Y desde allí quería compartirlos. Así pues lo hago también con ustedes, queridos amigos y amigas. ¡Disfruten este disco en el enlace inferior!:

D E S C A R G A

MP3 ABR ~ 212 kbps · 48 kHz | 3 tracks | JPGs | RAR 69,2 MB | Yandex.ru

2 comentarios:

Julio Salvador Belda Vaguer dijo...

Querido amigo Quinoff. Excelente entrada que me hae recordar momentos de intensa emoción.Mereido homenaje a una partitura que es realmente bella y a un músico que lo merece.
Un fuerte abrazo.

q u i n o ƒ ƒ dijo...

Es que Lenny, con Chaikovsky, sabía cómo levantarte del asiento, querido amigo! Cuántas veces nos lo has demostrado tú en tu página, con las cosas maravillosas que compartes. Gracias por la visita y me alegro de la emoción que esta entrada te hizo revivir. Un gran abrazo!

 
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