jueves, 22 de marzo de 2018

Bach 333

Bach Eisenach casa natalDormitorio en la casa natal de Johann Sebastian Bach / Eisenach

333 años se cumplieron del nacimiento de uno de los compositores más grandes de la Historia (y habrá quien pueda argumentar buenas razones para concederle el podio supremo). Aunque uno pueda ser “devoto de otros altares” en la música, al final todos los caminos vuelven a Bach. Condensó la tradición precedente, la reformuló y sentó la base de todo lo que se hizo después; así de tremendo es su legado. Para mí sigue siendo una aventura de descubrimiento (no domino la obra integral de Bach... ¡cómo podría!) que siempre depara hallazgos. Considerando que la meta de su esfuerzo creativo fue nada menos que Dios, se comprende mejor que, de algún modo, su producción tenga esas misteriosas cualidades de intemporalidad e infinitud.

Para recordar al inmortal maestro de Eisenach, les comparto el video en que Magdalena Kozená canta un aria de la Cantata 30, recreando un episodio imaginario (que todo músico habrá soñado alguna vez...).


miércoles, 7 de marzo de 2018

CHOPIN :: 4 Baladas & 3 Nocturnos en un piano de 1848

Chopin RadChopin dando un recital para el Príncipe Antoni Radziwiłł

Arriba vemos un famoso cuadro de la juventud de Chopin. El gran músico toca el piano para su protector, el Príncipe Radziwiłł. ¿Qué sonido imaginamos para la escena? No parece tan difícil: un piano solista. Casi, casi, pero el piano de esos años (hacia 1830 o 1840) aún no era el gran piano moderno, ni tampoco el piano que tocaron Mozart o Beethoven — ese pianoforte que hoy vuelve a sonar gracias a la música historicista.

No, el de la escena es el tipo de piano que se empezaba a construir en Francia, con los adelantos técnicos patentados por constructores geniales como Pleyel o Érard. Un instrumento cada vez más distante del pianoforte y más cercano al extraordinario ejemplar de las actuales salas de concierto. La “entraña” misma del piano estaba consolidada; faltaban adecuaciones menos estructurales que mejorarían su sonido, su volumen, sus riquísimos matices.

Como existe gente con curiosidad muy afortunada, hoy podemos oír ese piano “intermedio” que dominó maravillosamente el músico polaco. Alguien del Instituto Fryderyk Chopin (Polonia) se planteó traer un músico de excepción a interpretar algunas obras del compositor en un piano francés muy semejante a los usados por él mismo en su tiempo, piano que ellos habían adquirido en 2005 a una colección particular. Así fue como el brillante pianista argentino Nelson Goerner (1969—) acabó interpretando las cuatro Baladas y tres Nocturnos de Chopin en un piano construido por la Real Factoría de París en 1848. El instrumento, de 82 teclas [6 menos que el teclado actual], está en perfecto estado, al punto de conservar prácticamente la totalidad de su mecanismo original. Es un agrado oírlo. Al hacerlo, notarán esas mínimas diferencias a que aludía antes, pequeñas, pero aun perceptibles y que dan un color diferente al sonido.

Goerner por su parte brinda una demostración de buen pianismo, toca con clase, claridad y expresividad, cuidando el carácter de las piezas: más franco, épico y audaz en las baladas, más íntimo y lírico en los tres nocturnos:

» D E S C A R G A

MP3 CBR 224 kbps | 48 kHz | 7 tracks | .7z 81,9 MB

jueves, 1 de marzo de 2018

Feliz cumpleaños Monsieur CHOPIN

ChopinRetrato de Fréderic Chopin / óleo sobre lienzo de Ary Scheffer

208 años desde el nacimiento de Fryderyk Franciszek Chopin, al que conocemos mejor en la versión francesa de su nombre: Frédéric.

Maestro de la música para piano, este compositor polaco-francés no ha conocido nunca el olvido, sin importar lo mucho que hayan cambiado gustos y estéticas musicales en dos siglos.

Su refinamiento expresivo, su extraordinario y audaz talento para la armonía y su estupendo don melódico han causado admiración tanto en el público como también –y eso ya es más difícil– en sus colegas. Chopin es uno de esos pocos casos de creadores cuyo estilo esencial perdura intacto desde el principio hasta el final de su producción, como si desde un comienzo tuviera muy clara idea de la música que iba a crear.

Fue vanguardista en su momento, como correspondía a un romántico; pero a la vez un devoto admirador de Bach que conocía de memoria gran parte de la obra para teclado de este último. Su famosa serie de Preludios en los 24 tonos homenajea la colección que creara mucho antes el genio barroco bajo el mismo argumento.

Hay constancia de que Chopin heredó el talento pedagógico de su padre, llegando a ser un estupendo maestro; pero sus vínculos con los salones parisinos pulieron su ingenio, que lucía en comentarios tan elegantes como viperinos. A su favor hay que decir que las observaciones sobre sus colegas solían ser ciertas...

Con Chopin, el piano logró una expresividad avasalladora y revolucionaria combinada con un lirismo confesional; un triunfo que prácticamente nadie alcanzó antes salvo Beethoven (y con el perdón de Schumann). Como los grandes, el polaco supo encontrar el difícil equilibrio entre fondo y forma: su romántica vehemencia emocional no era ajena a un meticuloso control, evitando siempre el derroche inútil o el exhibicionismo vacuo.

Saludemos a uno de los maestros incontestables del piano oyendo uno de sus Nocturnos en la inimitable versión del gran Claudio Arrau:

 
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